El caso Broncano: el humorista que se convirtió en peón clave del tablero mediático de Moncloa

En la España de 2025, la estrategia de comunicación del Gobierno ha dejado de ser un concepto abstracto para convertirse en una maquinaria precisa y calculada. La figura de David Broncano, cómico popular y presentador estrella de RTVE, ocupa un lugar central en esta estrategia. Lo que parecía un simple fichaje televisivo se ha mostrado como una apuesta política con una inversión millonaria y un objetivo concreto: controlar el relato que llega a la audiencia más joven, una de las prioridades de Pedro Sánchez en esta legislatura.

La llegada de Broncano a Televisión Española a través de su programa La Resistencia supuso un cambio. RTVE firmó con él un contrato de 28 millones de euros por dos temporadas, con posibilidad de renovación. Una cifra que sale del bolsillo de los contribuyentes, y que ha levantado no pocas críticas por el retorno que ofrece en términos de audiencia. El programa arrancó fuerte, pero en los últimos meses ha tocado mínimos de cuota de pantalla, con datos como el 11,1% de share y 1,4 millones de espectadores, lo que le sitúa lejos del éxito esperado frente a su gran rival, El Hormiguero de Pablo Motos.

La operación tiene una lógica política más que televisiva. El propio Pedro Sánchez reconocía en su libro que entrevistas en formatos como La Pija y la Quinqui fueron clave para conectar con el electorado joven. Broncano, que ya tenía una fuerte penetración en este segmento, es una herramienta para mantener esa conexión. Su fichaje por RTVE se interpreta como parte de la estrategia de colonización mediática que busca el Gobierno para garantizar la difusión de su mensaje, también a través del humor.

Detrás de Broncano está El Terrat, la productora propiedad de Mediapro, fundada por Jaume Roures y hoy en manos de capital chino, pero que sigue fiel a una línea editorial próxima a la izquierda política. No es el único caso: El Intermedio de Wyoming (La Sexta) también es producido por Globomedia, otra marca de Mediapro. Así, el conglomerado mediático se asegura presencia en la televisión pública y privada, gestionando contenidos que refuerzan un determinado enfoque ideológico.

Y todo ello sin necesidad de financiación publicitaria en RTVE, ya que desde la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero en 2009, la corporación se mantiene con dinero público. Los 10.000 millones de euros de presupuesto anual de RTVE se nutren de los impuestos de los ciudadanos y de una pequeña parte que aportan los operadores privados, algo que garantiza la independencia económica del ente… aunque no necesariamente la independencia editorial.

El papel de Broncano en este ecosistema es evidente: aportar frescura, humor y cercanía a un mensaje que se filtra a través del entretenimiento. Lo que puede parecer una simple broma, una chanza en horario nocturno, es en realidad parte de una estrategia cultural que pretende influir en la percepción política, particularmente entre un público joven y urbano, poco atento a los formatos tradicionales de información política.

Las audiencias mandan, y Broncano ha empezado a abrir su contenido a públicos más mayores, que consumen televisión lineal durante más tiempo (hasta 380 minutos diarios, según Kantar Media). La idea es sencilla: sumar espectadores de cualquier perfil para justificar la inversión y mantener la cuota de pantalla. La batalla contra El Hormiguero continúa, aunque ahora con menos fuelle que en los inicios.

Mientras tanto, el debate sigue abierto: ¿debe RTVE financiarse exclusivamente con dinero público sin competir en el mercado publicitario? ¿Hasta qué punto la colonización del espacio mediático responde a una estrategia legítima de cualquier gobierno o se trata de un uso partidista de recursos públicos?

La respuesta no es sencilla, pero lo que sí está claro es que la batalla por el relato en España ya no se libra solo en los telediarios o en los periódicos tradicionales. Se pelea en los late nights, en los monólogos de humor y en los podcasts que escuchan los más jóvenes. Y ahí, David Broncano es, hoy por hoy, el rostro más visible de la estrategia mediática del sanchismo.

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